Colaboración disruptiva

Artículo publicado con Gonzalo León en el diario El Mundo.

Uno de los padres de las ciencias de la computación, el húngaro-estadounidense John von Neumann, con su propia biografía transatlántica ejemplifica bien el tránsito del liderazgo tecnológico del viejo al nuevo continente, exacerbado en los últimos decenios del siglo XX con la revolución de la información. En su pequeño libro póstumo (traducido al español por un joven Josep Borrell en los años 80) El ordenador y el cerebro, von Neumann reflexiona sobre los nexos y diferencias entre el funcionamiento de ambos. La arquitectura lógica de von Neumann fue revolucionaria al proponer que el ordenador almacenara en su memoria las instrucciones de su propio manejo, un paso de gigante al convertir estas nuevas máquinas en reprogramables. Von Neumann afirmaba que el trabajo principal del ordenador sería aquél en el que la propia máquina sirviera como simulador de experimentos que de otro modo serían demasiado costosos o imposibles de realizar en la práctica. Una apreciación que cobra hoy un sentido nuevo en lo relativo al emprendimiento, los negocios disruptivos y la colaboración entre actores en el marco de ecosistemas innovadores abiertos.

Hasta hace bien poco el término ‘nuevas tecnologías’ venía siendo sinónimo de las ‘tecnologías de la información y las comunicaciones’ (TICs). La irrupción del emprendimiento ha puesto al lado de los gadgets electrónicos historias y protagonistas, tanto jóvenes como Mark Zuckerberg (Facebook), Larry Page y Sergei Brin (Google) o Jeff Bezos (Amazon) como iconos más veteranos pero no menos vigentes en el imaginario colectivo como Steve Jobs (Apple) o Bill Gates (Microsoft). ¿Qué fascinación comparten todos estos casos? Quizá que la innovación, como la invención, el descubrimiento, la creatividad y tantas otras facultades privativas del ser humano, tienen un halo de misterio y magia. Porque la creación de startups no deja de ser una exploración en lo desconocido.


La clave es cómo dar ‘escala’ a las ‘spin-offs’ para ocupar liderazgo internacional


Una exploración para la que algunos autores como Clayton Christensen o Steve Blanks, padres respectivamente de la teoría de la innovación disruptiva y del movimiento Lean Start Up, proponen un conjunto de principios guía en la generación de nuevos negocios. Al igual que en su día postuló Peter Drucker para gestionar las empresas existentes, en un número especial publicado hace un año, la revista The Economist cree que empiezan ya a ‘codificarse’ métodos a aplicar en la aventura de crear una nueva empresa, gestionando mejor los riesgos y la incertidumbre. Si bien, como dice Blanks, las nuevas empresas no son versiones pequeñas de grandes, porque estas últimas ejecutan un modelo de negocio conocido, mientras que aquellas exploran nuevos modelos de negocio.

Por otra parte, la digitalización está ya transformando negocios muy diversos. Anteriores disrupciones se caracterizaban por rápidos avances tecnológicos e innovaciones comerciales desde el laboratorio al mercado, al tiempo que se ponían en marcha nuevos sectores. Tras un tiempo, las mejoras en las tecnologías clave se desaceleraron y las innovaciones más importantes correspondían al despliegue, producción a escala y distribución, en la medida en que las tecnologías y sus aplicaciones se convirtieron en ubicuas y de uso general. Baste pensar en electricidad y automoción.

Cuando hablamos de TIC, todo es distinto y su impacto no tiene precedentes en la historia. Como señala John Hagel, co-presidente del Center for the Edge Deloitte «es la primera tecnología que ha demostrado mejoras sostenidas de manera exponencial en precio y prestaciones, a lo largo de un largo periodo de tiempo y que van a continuar de manera previsible en el futuro». Lo que recuerda la llamada Ley de Moore, postulada para los dispositivos semiconductores cuyo ritmo vertiginoso de crecimiento en capacidad y velocidad de proceso sustenta precisamente el desarrollo de las TIC. Pero este vértigo afecta también a los modelos de negocio que vendrán a resultar obsoletos, algo evidente por ejemplo en la renovación de las grandes empresas en los rankings internacionales.

Por otra parte, la innovación disruptiva (no confundir con innovación radical que se refiere al carácter de la tecnología y no de la demanda) se ha ‘democratizado’ en gran medida por la introducción de las TIC a otros sectores y usos cotidianos. Desde reservar un taxi a «digitalizar» anteriores monopolios desde dentro, como Telefónica o Vodafone en sus negocios tradicionales de conectividad. El fenómeno de las FinTech, asociación entre nuevas empresas tecnológicas y banca o manifestaciones de grandes empresas de transporte o automóviles como Lufthansa o VW que imaginan su transformación para convertirse en el futuro en ‘empresas de software’, son casos reveladores. Los ‘incumbentes’ están ya en el proceso de innovación disruptiva.

Y si bien las empresas jóvenes son claves para el empleo neto y gran parte de las innovaciones de ruptura, las nuevas empresas son necesarias pero no suficientes. De hecho, según Mariana Mazzucato, autora de un brillante análisis en su reciente libro El Estado Emprendedor’, las universidades europeas crean ya cada año más ‘spin-offs’ que sus homólogas estadounidenses. La clave es pues cómo dar ‘escala’ a tales empresas, para que, al menos un grupo de ellas crezca hasta ocupar posiciones de liderazgo internacional. Ésta es la tesis del Foro Económico Mundial que postula para Europa la necesidad de abordar desde sus políticas un ciclo en tres fases stand up, start up y scale up, alineados con los tres pilares de la actividad que el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) lleva a cabo desde 2008 a través de sus Comunidades de Conocimiento e Innovación (KICs). Una de las tres KICs en marcha se centra precisamente en la sociedad de la información: EIT ICT Labs cuyos tres pilares de actividad se orientan precisamente a educar para el emprendimiento (stand up), fomentar la creación de nuevos negocios (start up) y apoyar el crecimiento de las existentes con innovaciones de clase mundial (scale up).


Si bien las empresas jóvenes son claves para el empleo y la innovación, no son suficientes


Tras varias décadas a la búsqueda de su propio paradigma ICT para Europa, EIT ICT Labs construye sobre las capacidades existentes y alinea activos públicos y privados. De hecho, existen cada vez mas apoyos a los ‘web emprendedores’ en Europa, pero la KIC es singular no solo por su dimensión transnacional, sino por la disponibilidad de un entorno de apoyo de extremo a extremo, un ecosistema pan-europeo. Y puesto que las ideas más prometedoras pueden proceder de la periferia, EIT ICT Labs se esfuerza en poner en contacto el talento emprendedor con grandes empresas de telecomunicaciones de las que sí dispone Europa y que pueden ayudar precisamente a escalar los nuevos negocios porque, a su vez, necesitan reinventarse, digitalizarse.

Si EIT ICT Labs es finalmente parte de la respuesta para que Europa encuentre su lugar en el mundo de las TICs y cuente con un grupo más nutrido de líderes innovadores de clase mundial, dependerá también de España ya que en Madrid se constituye un nodo asociado de EIT ICT Labs conectado a los centros establecidos en Berlín, Eindhoven, Estocolmo, Helsinki, Londres, París y Trento. Contando en su seno con empresas como Telefónica, Indra, Atos y también la UPM, IMDEA y el Centro de Supercomputación de Barcelona (BSC), España tiene quizá también su oportunidad histórica para promover el desarrollo de servicios y aplicaciones disruptivas. Al tiempo, EIT ICT Labs pone a punto un puente con el Silicon Valley, mediante un centro en Palo Alto que estará operativo en 2015.

Y puesto que la historia puede ser fuente de inspiración, recordemos que el desarrollo pionero de las telecomunicaciones pasó también por España y Madrid, donde se celebró la conferencia internacional que dio lugar al organismo de las Naciones Unidas especializado, la Unión Internacional de Telecomunicaciones con sede en Ginebra, unificando dos ámbitos hasta entonces paralelos, las telecomunicaciones por hilos y las radiocomunicaciones. O que el despliegue de la Compañía Telefónica Nacional de España fue, en gran medida, una aventura emprendedora transatlántica que ha logrado un lugar en el mundo gracias a las operaciones estratégicas, primero en Latinoamérica, luego en Europa y más recientemente en Asia. Porque si la historia se repite, siempre será diferente, ya que, como decía Ortega, la naturaleza humana es futuriza, proyectiva.

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