Reinventar la innovación
Artículo publicado con María Garaña en el diario El País.
Mientras el mundo asiste al surgir imparable de China como potencia no ya comercial, sino tecnológica, resulta recomendable revisitar la historia económica en busca de pistas que nos permitan identificar patrones de futuro. Según la prestigiosa revista Nature,China superó ya en 2012 a Europa en inversión en I+D sobre el producto interior bruto. Y con ello, sobrecoge pensar que China podría lograr en escasas décadas lo que Occidente tardó en conseguir siglo y medio. De hecho, cabe preguntarse por qué la Revolución Industrial tuvo lugar en Europa entre los siglos XVIII y XX (y más concretamente en Reino Unido) y no en China que, en opinión de diversos historiadores económicos, reunía en aquel momento, y en gran medida, las mismas condiciones favorables que presentaba Reino Unido. Tal es la tesis del profesor Joseph Needham, que se apoya en dos factores explicativos del éxito europeo y el fracaso chino en los albores de la Revolución Industrial.
Por una parte, China optó por perpetuar un sistema de innovación basado exclusivamente en la experiencia, contrariamente a lo que ocurrió en Europa donde, gracias a la revolución científica acaecida desde el siglo XVII, se consolidó un sistema de investigación basado en la experimentación sistemática que elevó drásticamente la tasa de innovaciones tecnológicas. Por otra parte, el sistema sociopolítico chino de la época no fomentaba el pensamiento crítico, vital propulsor del progreso.
En una comparación que no puede resultarnos ajena, en la China del siglo XIX la máxima ambición profesional para quien quisiera progresar socialmente era trabajar en la Administración pública. Y el sistema de selección existente preveía que los candidatos aprendieran de memoria los textos de Confucio: un esfuerzo ímprobo. Needham aventura que, mientras en Europa tenía lugar la revolución industrial, las mentes más brillantes de China no se dedicaron a la investigación y la innovación, privando así al país del precioso “capital humano” que habría podido aplicarse a procesos productivos.
Hoy China no va a repetir tales errores, una razón más para que Europa promueva políticas de impulso a la innovación de nuevo cuño. Horizonte 2020 es la gran apuesta por la I+D europea, en la que se inscribe el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT). A través de sus Comunidades de Conocimiento e Innovación (KIC), el EIT persigue crear un “ecosistema paneuropeo” de innovación integrando el llamado Triángulo del Conocimiento constituido por empresas, centros de investigación e instituciones de Educación Superior.
La innovación también es un fenómeno local cuyo impacto puede desbordar fronteras geográficas, disciplinares y sectoriales
Una de estas comunidades se centra, precisamente, en formar a la nueva generación de emprendedores en la búsqueda de soluciones para la adaptación y mitigación de los efectos del clima, uno de los principales retos sociales de carácter global. Con más de 200 socios, Climate KIC es ya la mayor iniciativa de la Unión Europea por la innovación climática, asociando también (y aquí está la novedad) a municipios y regiones, que vienen a aportar una nueva dimensión pública a la innovación.
Climate KIC acaba de establecer un importante acuerdo en China centrado en el proyecto de ciudad baja en carbono que el Gobierno impulsa en Tianjin, el cuarto municipio más grande del país. Y es que las ciudades chinas están en primera línea frente a los retos del cambio climático, el desarrollo sostenible y el cambio demográfico, constituyendo un campo de pruebas de gran interés. La evolución del modelo de ciudad en China en las próximas décadas es crucial también para el resto del mundo.
También en Europa, Climate KIC cuenta con una serie de centros regionales (RIC) donde municipios y regiones incorporan construcciones ecológicas y sistemas inteligentes de gestión energética, movilidad, etcétera. De hecho, del 60% al 80% de las acciones globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero tienen lugar a nivel subnacional. Un objetivo estratégico de los RIC es influir en la asignación de 325.000 millones de euros de los Fondos Estructurales de la Unión Europea para el periodo 2014-2020 a través de proyectos piloto, compras públicas innovadoras, programas educativos para competencias profesionales, mentoring intersectorial, formación para el emprendimiento, etcétera.
Climate KICestá también presente en España, a través de un centro regional situado en la Comunidad Valenciana, donde tendrá lugar un gran evento de innovación Climate KIC en otoño de este año. Más allá de su dinamismo y espíritu emprendedor por encima de la media española, Valencia está apostando por incorporar el EIT en sus planes estratégicos, poniendo el énfasis en ecosistemas y talento, porque la innovación es a la vez un fenómeno local cuyo impacto, sin embargo, puede desbordar fronteras geográficas, disciplinares y sectoriales. Es pues la hora de dar la voz a los emprendedores y de reinventar la innovación.
María Garaña es miembro del Consejo de Gobierno del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT). José Manuel Leceta es director del EIT.