Cadenas de valor innovadoras
Artículo publicado con Alfons Sauquet en el periódico Cinco Días.
El historiador Daniel Yergin en La búsqueda: energía, seguridad y la reconstrucción del mundo moderno recuerda que, a mediados del siglo XIX, el propio Lord Kelvin advertía de la dependencia del carbón para sostener el desarrollo industrial del Reino Unido ya que, en solo dos siglos, el consumo por habitante se había duplicado. Un desarrollo posible gracias a la disponibilidad de una cantidad inmensa de energía concentrada, barata y fácil de usar en los combustibles fósiles. Al carbón seguiría el uso del petróleo y del gas marcando una época de calor y movimiento que derivaría en el nombre que vino a darse a la ciencia de la energía: la termodinámica. Posteriormente, Europa exhibiría al mundo su fe en el progreso en la Exposición Universal de París en 1900 con el Palacio de la Electricidad.
Y cuando se cumple ahora un siglo del punto de inflexión que diversos autores sitúan tristemente en 1914 por el uso bélico que durante la Gran Guerra vinieron a darse a muchas de aquellas nuevas tecnológicas, acontecimientos recientes al este de Europa obligan al viejo continente a reorientar su política energética. En publicaciones recientes, el think tank Breughel se pregunta desde Bruselas cómo sustituir la dependencia exterior del gas ruso e integrar el mercado interior de electricidad en la UE: una buena definición de lo que Europa precisa, innovando toda la cadena de valor desde la generación hasta el consumo. Y ello en una doble dirección, con nuevas fuentes primarias de energía y una mayor eficiencia de extremo a extremo. Objetivos de cuya relevancia no puede haber duda si recordamos que, en media, el 27% del coste de los bienes que consumimos es coste de energía.
El Instituto Europeo de Innovación y Tecnología tiene en el sector energético uno de sus focos a través de KIC InnoEnergy, una de las comunidades de innovación y conocimiento. KIC InnoEnergy es un empresa viva integrada por universidades, centros de investigación y empresas con la ambición de constituirse en el motor europeo del emprendimiento y la innovación en energía sostenible. Con ecosistemas de innovación en seis regiones europeas, la oferta de KIC InnoEnergy constituye un continuo, desde la educación de los futuros líderes energéticos a la aceleración de start-ups de clase mundial, pasando por productos y servicios que disminuyan el coste final de energía, aumenten la seguridad de suministro o disminuyan las emisiones de gases de efecto invernadero.
Líderes empresariales como Gas Natural, Total, EDF o ABB participan en KIC InnoEnergy, cuyo carácter trans-nacional es un ejemplo paradigmático de innovación abierta en redes globales. Aun siendo líderes, estas empresas necesitan afianzar la eficiencia de sus negocios frente a la competencia internacional, e incorporar a su vez nuevos servicios de valor añadido como futuras vías de crecimiento. Intra-emprendimiento y emprendimiento pueden así marchar de la mano.
Según datos de la encuesta comunitaria sobre innovación, los principales socios de las empresas al innovar son, a su vez, otras empresas: suministradores y clientes en primer lugar, por delante de universidades, centros de investigación y, por último, competidores. En este contexto las multinacionales de bolsillo españolas, particularmente las operadoras de infraestructuras y proveedoras de servicios tienen la oportunidad de abrirse a la innovación reinventando sus negocios al hacer innovar a sus socios y atrayendo también a futuros cambiadores de juego.
La oferta educativa de postgrado de KIC InnoEnergy ha atraído a más de 5.000 estudiantes de todas las geografías del mundo, de los cuales cerca de 400 han sido seleccionados y becados. Cinco de los casi 100 graduados batieron a todas las universidades punteras del mundo en el Clinton HULT Global Challenge 2012. El número de candidatos y participantes no europeos es también llamativo, con más de un 80% de estudiantes en las primeras ediciones y un 50% en las actuales. Es pues afortunado que KIC InnoEnergy cuente con un centro en Barcelona. Y si nuestro país no participó con intensidad en la primera revolución industrial, ya ha conseguido el sueño de producir electricidad dominando el viento y a un coste comparable al carbón o al gas. Sin embargo, nadie tiene el monopolio del talento. Atraerlo y retenerlo es la clave a largo plazo. Ya que como Daniel Yergin señalaba en la obra ya citada “las soluciones energéticas del siglo XXI se encontraran en la mente de las personas alrededor del mundo, y esta base de recursos es cada vez mayor”.